La amistad por sobre el resto
“Lo difícil de entender cuando eres niño es que tus padres son personas también. Cometen los mismos errores y tratan de hacer lo que creen que es correcto”, le confiesa Brian (en la piel de un excelenteGreg Kinnear) a su hijo Jake, intentando explicar que nadie es perfecto, que él mismo puede ser víctima de las mismas inseguridades que sufre cualquier persona, sin importar la edad. Este diálogo tan duro como necesario se traduce en lo que a todo hijo le cuesta reconocer durante gran parte de su vida: Toda experiencia significa un aprendizaje.
Tal como en su último film Love is Strange (2014),
el director Ira Sachs y su co-guionista Mauricio
Zacharias realizan una especie de continuidad poética a la
hora de retratar la esencia efímera y conflictiva de las relaciones humanas,
enmarcadas en la cotidianeidad cosmopolita de la ciudad de Nueva York.
Pero sea a partir de la difícil separación de una pareja del
mismo sexo — acercándola a los mismos parámetros únicos y universales de
cualquier pareja — o profundizando la lealtad genuina de la amistad en la
adolescencia, Por siempre amigos se muestra como la
cuidadosa acumulación de pequeños momentos significativos que influyen en el
desarrollo de un individuo.
Una sumatoria de situaciones que revelan un costado mucho
más humano que cualquier película que se precie de tratar temáticas sociales
con altura, y que al mismo tiempo la acerca a la impronta lograda por Boyhood (2014) de Richard
Linklater.
Tras el fallecimiento de su padre, Brian Jardine (Kinnear)
vuelve a la casa paterna en Brooklyn con su familia para realizar el funeral y
resolver algunos inconvenientes con la propiedad. Con dificultades para
mantener su profesión de actor under y acompañado por su
esposa Kathy (Jennifer Ehle) y su introvertido hijo de 13 años Jake (Theo
Taplitz), el conflicto emocional por la pérdida familiar no es lo único con
lo que va a tener que lidiar en el regreso al barrio de su niñez. Al lado de la
casa, precisamente junto a la puerta de entrada, se encuentra un humilde taller
de costura atendido por una inmigrante chilena llamada Leonor (Paulina
Garcia) y su hijo Tony (Michael Barbieri), de la misma edad que Jake
y con el cuál rápidamente se convierten en amigos inseparables.
Las diferencias de carácter entre Jake y Tony son muy
pronunciadas, pero esto hace que su cariño mutuo sea aún más auténtico.
Mientras que Jake es plenamente tímido y a su vez talentoso en el dibujo y la
pintura; Tony es sociable, histriónico y ambicioso para con su sueño de seguir
una carrera como actor, tal como el padre de su amigo. Es a través de ellos dos
que la película se sitúa como una ventana a su mirada inocente cuando se
enfrentan a las complejidades del mundo adulto, en una disputa que nada tiene
que ver con su amistad.
Al parecer el padre de Brian apreciaba mucho a esta familia
y para él ocupaban un lugar más importante como compañía que como inquilinos a
los que se les debería cobrar un alquiler. Sin embargo, la situación económica
para los Jardine no es la mejor y un negocio tan valioso en esa zona
residencial de la ciudad podría significar una gran ayuda para saldar deudas.
No obstante la conversación con Leonor sobre la posibilidad de pagar una
hipotética renta no acaba de la mejor manera cuando ella sostiene que deberían
respetar los deseos del dueño fallecido al dejarla vivir allí. Esto termina
influyendo negativamente en la relación de los dos chicos.
Sachs es un ávido realizador dedicado a la representación
natural de las emociones humanas, algo que no deja de sorprender cuando el
talento de los jóvenes Taplitz y Barbieri (Jake y Tony en el argumento) son la
razón fundamental por las que el film se desarrolla con una sensibilidad
entrañable.Incluso sin poder ponerse de ningún lado de la discusión entre
ambas familias, es el distanciamiento forzado de los dos chicos lo que genera
que Por siempre amigos pueda ser vista de manera distinta,
según el ángulo desde donde se la observe. Sea desde el conflicto
lógico de intereses de los padres por el uso ideal del negocio o en la
importancia de mantener al margen a los hijos y salvar su amistad.
Debates tan personales como éste son los que se dejan al
criterio de cada uno. Un pequeño fragmento de la historia que acompaña y
cuestiona de forma activa al espectador mucho después que finalicen los
créditos finales, en unatarea de reflexión introspectiva que el cine nunca
debería dejar de brindar.
Crítica publicada originalmente el 29 de Septiembre de 2016 en Proyectorfantasma.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario