Es difícil hablar de“Secretos de una Obsesión” (The Secret
in Their Eyes, 2015) de manera independiente y despojada de cualquier juicio
previo. La obra de Juan José Campanella, ganadora del premio Oscar a mejor
película extranjera en 2010, significó un gran orgullo dentro del cine
argentino y probablemente esta remake sea inevitablemente condenada por el público
local, a excepción de los curiosos que quieran ir a verla con el único objetivo
de compararlas. Pero a pesar de que lo más acertado sería determinar primero si
esta adaptación funciona por sí misma, en casos como este es imposible dejar de
lado el material original en el que fue basada.
Siguiendo la tradicional costumbre de Hollywood de
reversionar y localizar los éxitos extranjeros, la película dirigida por Billy
Ray (guionista de Capitán Phillips y Los juegos del hambre, entre otros) se
posiciona como un thriller policial bastante común dentro del cine
norteamericano, casi calcado de un capítulo de La ley y el orden. En este caso se decide cambiar la dictadura
militar argentina de los 70’ por la incertidumbre post atentados de las torres
gemelas, como un contexto histórico casi accesorio. Lo que termina haciendo que
el contraste entre el relato pasado y presente pierda fuerza a nivel narrativo.
Si en “El Secreto de sus Ojos” parte de su encanto estaba en ver como un
truculento crimen y el trasfondo político cambian radicalmente a cada uno de
los involucrados, en la versión estadounidense, el transcurso de diez años y el
terrorismo islámico se hacen demasiado poco para notar una gran diferencia en
el desarrollo de los personajes.
Por otro lado, algunas modificaciones en el argumento
original hacen que el relato se vuelva confuso entre tantas deducciones e
hipótesis durante la investigación. Teniendo en cuenta que desde el principio
no se hace ningún esfuerzo en ocultar la identidad del asesino.
Ya después queda como anecdótico que los personajes de Julia
Roberts (en una lograda actuación) y Dean Norris, sean una combinación de los
interpretados inicialmente por Guillermo Francella y Pablo Rago. O que en vez
de perseguir al culpable en la cancha de Huracán, el climax suceda durante un
partido de Baseball. El problema principal es que la historia pierde la
sutileza del relato original.
En el guion de Eduardo Sacheri, junto a la dirección de
Campanella, se hacía especial hincapié en los silencios y la actuación gestual,
tanto para generar tensión como para marcar los tiempos en el proceso de cada
personaje. En esta remake, el romance entre Chiwetel Ejiofor y Nicole Kidman
(versiones simplificadas de los papeles de Ricardo Darín y Soledad Villamil) se
convierte en un recurso que los personajes secundarios necesitan recordar
constantemente, por miedo a que el espectador se olvide que los protagonistas
están secretamente enamorados.
En definitiva estamos hablando de idiosincrasias totalmente
distintas, que no se reflejan solamente en la manera de hacer cine. Sino que se
hacen notar desde la forma en que se encara una escena, hasta el modo en que se
habla de la pena de muerte.
Son este tipo de adaptaciones las que se asemejan a un
producto descartable, casi a pedido, que se estrenan solamente para ocupar un
espacio estudiado en las salas. Como sucedió en su momento con “Criminal”
(2004), reinterpretación fallida de Nueve Reinas (2003), hoy es el turno de El
Secreto de sus Ojos (2009) en tener su versión boba. Y teniendo en cuenta el
nivel creciente del cine argentino, podemos estar seguros de que no será la
última.
El recurso del metraje encontrado (found footage) está de
moda y parece que no existe nada que haga pensar lo contrario a los capos de la
industria del cine. Y más todavía si el público acompaña en cada estreno por
sobre lo repetitiva que puede volverse esta propuesta. De esta forma, películas
como “Actividad paranormal”, “El ultimo exorcismo” o “Proyecto X”, demuestran
que más allá de la calidad del producto final, no hay indicios de que este
estilo vaya a desaparecer a corto plazo.
Ahora bien, sin duda “The Visit” (llamada Los Huéspedes en
las salas argentinas) llega con claras intenciones de seguir explotando este
particular fenómeno. Pero también funciona como una suerte de redención para su
director M. Night Shyamalan, que hace bastante tiempo perdió el respeto del
público y la prensa en partes iguales. Tras los últimos tropiezos que significaron
“The Happening”(2008), “The Last Airbender”(2010) y “Después de la
Tierra”(2013), el realizador indio regresa al suspenso con un film que lo deja
mucho mejor parado desde el punto de vista narrativo.
Siguiendo el estilo de la cámara en mano, la película cuenta
la visita de Rebecca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) a la granja de sus
abuelos maternos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie), con el objetivo de
finalmente conocerlos. Sucede que su madre (Kathryn Hahn) tuvo una gran pelea
con ellos durante su adolescencia y el contacto con sus padres quedó trunco
durante la crianza de los pequeños. Es así que su hija mayor aprovecha esta
situación de rencuentro familiar para documentar junto a su hermano la estadía
y lograr que sus abuelos hagan las paces con su madre.
Al principio el recibimiento de los abuelos no puede ser
mejor. Los ancianos se muestran tan encantados de recibir a sus nietos, que las
recetas caseras y los paseos por el pueblo no se hacen esperar. Pero con el
paso de los días, el comportamiento de aquellos simpáticos viejitos se va
haciendo cada vez más siniestro para con sus jóvenes invitados. Especialmente
por las noches.
Como en sus mejores momentos, Shyamalan sabe manejar muy
bien los tiempos para jugar con la mente del público y que termine haciendo sus
suposiciones a partir de lo que no se ve. Aunque esto se nota en mucha menor
medida de lo que se podía apreciar en “El Sexto Sentido” o “Señales”, dos de
sus trabajos más celebrados desde la dirección.
Los Huéspedes hace hincapié en la orgánica relación de los
dos hermanos protagonistas frente a los distintos sucesos que van presenciando
en la granja, para construir un ambiente de tensión. Aunque se trata de una
tensión algo dispersa, que no termina sostener las escenas de terror con las
que promociona el film.
Que no se malinterprete, el horror y el suspenso están
presentes, pero los elementos de comedia negra que se hacen notar a lo largo de
la película, hacen que el llamado clímax de la historia transcurra entre la
risa por lo delirante de algunas situaciones y la expectativa por los misterios
que encierran estos dos ancianos. Y aunque parezca mentira, esto a fin de
cuentas termina enriqueciendo lo que podría haber sido otro estreno de terror
genérico.
De todas formas la película cae en el mismo cliché de casi
todo exponente del found footage al obligar a los protagonistas a filmar la
acción en todo momento (incluso en situaciones de extremo peligro). Aunque
desde un punto de vista cinematográfico es entendible que este tipo de tomas
sea necesario para que la historia avance. Pero se hace injustificable cuando
el género tiene como principal meta dar una sensación subjetividad y realismo
al espectador. Algo que se hace notorio también con los diálogos forzados,
escritos específicamente para hacerle saber al público lo que debería ser
implícito en escena.
Independientemente de los lugares comunes del género, esta
vez Shyamalan se mantiene alejado de las temáticas espirituales ya conocidas de
su cinematografía y prefiere volver a un ámbito más terrenal y no tan esotérico.
Sin embargo parece inevitable que en todos sus films tenga que justificar las
acciones de los personajes a partir de moralejas idealistas, y en este caso
“The Visit” no es la excepción.
Esto podrá gustar más o menos, pero hay que rescatar que a
pesar de recibir tantas críticas por este recurso tan redundante, el director
de “El Protegido” nunca cambie sus convicciones. Porque a pesar de sus defectos
y vicios narrativos, Shyamalan tiene bien en claro qué contar y cómo hacerlo.
Ya hace unos años que todo lo que involucra a Eli Roth es merecedor, al menos, de prestarle atención. Al tratarse del director de películas como Cabin Fever (2002) y Hostel (2005), consideradas de culto para el terror moderno, Roth no solamente fue uno de los encargados de revivir el género Gore, sino que también intentó aportar una pequeña cuota de sátira social a las pesadillas por las que obligaba pasar a sus personajes.
Ahora bien, a pesar de que sus últimas propuestas como Clown no sean las más representativas de lo que el realizador supo demostrar en sus primeros filmes, es evidente que su particular mirada todavía es capaz de seguir cautivando por sobre sus errores.
Al mejor estilo Funny Games (1997) de Michael Haneke, Knock knock (conocida en Argentina con la horrible traducción El lado peligroso del deseo) cuenta la historia de Evan Webber (Keanu Reeves), un solvente arquitecto y padre de familia que por cuestiones laborales debe quedarse en su casa mientras su mujer e hijos se van a la playa por el fin de semana. Esa misma primera noche Evan recibe la visita de dos hermosas señoritas llamadas Bel y Genesis (Ana de Armas y Lorenza Izzo) quienes le piden por favor utilizar su teléfono y de paso resguardarse de la lluvia en su casa. El buenazo del protagonista las recibe pero no sin antes aclarar que se encuentra felizmente casado, cada vez que sus invitadas pretenden seducirlo. A pesar de la advertencia, el coqueteo no dura mucho y la infidelidad termina ocurriendo tarde o temprano.
A la mañana siguiente, Evan despierta con la certeza de mantener en secreto lo ocurrido la noche anterior, por el resto de su vida, e intenta despedirse rápidamente de sus ocasionales amantes. El problema es que ellas no tienen intenciones de irse y pretenden torturarlo de todas las maneras posibles, como castigo por haber traicionado a su esposa.
La historia no se aleja en ningún momento de esta sencilla premisa inicial. Por eso, nos deja la sensación de que se le podría haber dado alguna que otra vuelta de tuerca para fomentar aún más el suspenso y la tensión de este juego macabro.
Prácticamente el film se sostiene únicamente en las excelentes interpretaciones de Ana de Armas y Lorenza Izzo (casualmente la pareja de Eli Roth) en el papel de las dos encantadoras psicópatas dispuestas a cualquier cosa por el sólo hecho de divertirse enloqueciendo a sus víctimas. Algo que se opone a lo incómodo que resulta ver a Keanu Reeves recitando solemnemente la mayor parte de sus líneas.
De todas formas la película no se toma muy en serio a sí misma y eso se convierte en un acierto cuando comienzan a aparecer los cabos sueltos y las situaciones inverosímiles que claramente podrían opacar al resto de la realización. Porque si bien este tipo de falencias nunca dejan de hacerse notar, son más fáciles de pasar por alto si es que la narrativa entretiene. Y eso es algo de lo que podemos estar seguros si el proyecto es de Eli Roth.
La cruda competencia que existe en el ambiente artístico no es una gran novedad y tanto el cine como la televisión se ocuparon en varias ocasiones de contarlo. La motivadora historia de la actriz inexperta que llega a Hollywood con su valija semi vacía pero con muchas ganas de triunfar, es una de las más trilladas que puede dar la ficción. Pero esto no significa que sea imposible poder contar algo nuevo dentro del género de los largos caminos al éxito.
En este caso “Aventurera” vendría a ser una interpretación local y actual de este tipo relatos, que a pesar de caer predeciblemente en los lugares comunes ya conocidos, nunca pierde esa sensación de verdad tan característica del llamado neorrealismo argentino, a base de buenas actuaciones y escenas largas.
La ópera prima de Leonardo D’Antoni, ganadora del premio DAC en el 29° festival Internacional de cine de Mar del Plata, cuenta la historia de Bea (Mélanie Delloye, hija de la política Ingrid Betancourt), una actriz colombiana del teatro under de Buenos Aires que sueña con la fama popular que sólo el cine y la TV le pueden dar. Mientras tanto se gana la vida cuidando a dos ancianas, lo que le alcanza para vivir en un departamento compartido y le da la libertad suficiente de asistir a los distintos castings y audiciones del medio. Es en una de estas pruebas actorales, en donde Bea conoce a un productor televisivo (Cesar Bordón) que le asegura un papel en una novela a cambio de mantener una relación con él.
Desde ese momento la ambición y el desarraigo juegan un papel fundamental en los métodos y acciones de la protagonista, llegando incluso a debatirse hasta donde está dispuesta a llegar en nombre de la fama. Aunque sea perdiendo el respeto de sus amigos y el suyo propio en el camino.
Sin embargo la simpatía que irradia Bea se mantiene intacta a lo largo de la película y eso se debe en gran medida a su actriz principal Mélanie Delloye. Su interpretación hace querible a un personaje que a pesar de su marcada personalidad de trepadora, genera una empatía capaz de hacernos justificar algunas veces sus discutibles decisiones. Esto sumado al prolijo nivel técnico en general, hace de Aventurera una buena representación de la artificialidad que reina en el medio artístico. Algo que D’Antoni supo plasmar muy bien sin caer en el juicio de valor y la moraleja fácil. “Aventurera” se proyectará todos los jueves de agosto, a las 21hs, en el Centro Cultural de la Cooperacion. (AV. Corrientes 1543)
El lunes por la noche, en una ceremonia realizada en el
Teatro Avenida, se entregaron los Premios Cóndor de Plata. Los
ganadores de dichos galardones son seleccionados por la Asociación
de Cronistas Cinematográficos de la Argentina (ACCA). Pueden consultar el listado completo de ganadores aquí.
Asistimos al evento, y antes del comienzo, tuvimos la
oportunidad de charlar con Damián Szifron, director de Relatos
Salvajes, acerca de dicho film, y del presente y futuro del formato del
unitario en producciones nacionales.
Escuchá aquí el diálogo que tuvimos con el realizador
argentino:
Luego de la premiación, pudimos conversar con Diego
Lerman, director deRefugiado, film que se alzó con tres
galardones: Mejor Película, Mejor Actriz (Julieta Diaz), y Mejor Guión
original.
Ésta fue la conversación que tuvimos con él:
Proyector Fantasma: Antes que nada, felicitaciones por el
premio. Te quería preguntar si en relación a tus últimas películas,
teniendo en cuenta la noción de viaje sin rumbo de Tan de Repente (2002),
o la puesta en escena que hacés en La mirada Invisible (2010),
¿Pensás que recuperaste algunas enseñanzas de éstos films para hacer Regufiado?
Diego Lerman: Sí, creo que eso pasa siempre. Uno no sólo
recupera, sino que va aprendiendo e incorporando cosas no sólo del cine, sino
también del teatro. Ahora hice televisión y creo que es una nueva
experiencia de la que he aprendido bastante. Intento que todo sea un constante
aprendizaje.
PF: ¿Creés que Refugiado puede generar más atención en
torno a lo que es la violencia de género?
DL: Ojalá que lo haga, y de hecho ya lo está haciendo. Es
una película que ha tenido un recorrido muy grande no sólo en salas
comerciales, sino en otros canales de difusión (como por ejemplo, el Festival
Mujeres en Foco). Espero que el film sirva para darle visibilidad a una
temática actual y candente como es la violencia de género.
PF: Muchas gracias y felicitaciones por el premio.
Una noche no puede reducirse a toda una verdad. A toda
una vida.
A mediados de 1999, mientras todos se fascinaban con las
desventuras filosóficas de Keanu Reeves y compañía en The Matrix, fallecía
el legendario director Stanley Kubrick a pocos días del
estreno de su última película: Eyes Wide Shut. Y aunque fue
increíblemente publicitada y elogiada por la crítica especializada, la
respuesta del público en general no fue la mejor, viéndola como el último
capricho de Kubrick por realizar un film con más énfasis en las escenas de sexo
que en un argumento elaborado.
Después de muchos años y ya sin las altas expectativas de
la prensa como condicionante,es hora de analizar si realmente la
última obra de uno de los directores más renombrados de nuestra época es sólo
erotismo pretencioso. Para averiguarlo comencemos con su historia: (y esto
significa SPOILERS)
El doctor Bill Harford y su esposa Alice (Tom Cruise y
Nicole Kidman) son una feliz y políticamente correcta pareja de la clase
media-alta de Nueva York. Pero una noche la paz hogareña se rompe cuando durante
una discusión sobre la fidelidad de pareja (con marihuana de por medio), Alice
confiesa que estuvo a punto de renunciar a todo por sólo una noche de sexo con
un marinero que conoció durante las vacaciones del año anterior. A esa
revelación se le suma un sueño en donde ella mantiene relaciones sexuales con
ese y otros hombres frente a los ojos de su marido, con la única intención de
herirlo y humillarlo.
A pesar de confesarle todo esto con mucho remordimiento y
culpa, Bill se obsesiona con la posibilidad de vengarse de
Alice acostándose con otra mujer o al menos sintiendo alguna vez ese deseo
irracional por otra persona. Esto lo lleva a colarse en una mansión a las
afueras de la ciudad en donde millonarios con máscaras y túnicas realizan
metódicas orgías con un claro tenor fanático-religioso.
El anonimato le dura poco a Bill y pronto es descubierto por
esta secta de poderosos dispuestos a matarlo con tal de seguir ocultando
estos sombríos rituales. Pero cuando todo parece indicar que no hay escapatoria
posible, aparece una misteriosa mujer que se ofrece a tomar su lugar en la brutal
ceremonia de castigo, como forma de agradecerle al protagonista por haberla
salvado días antes de una intoxicación por sobredosis.
Asustado, Bill comienza al día siguiente la búsqueda de
respuestas sobre esta tenebrosa organización. Mientras que su simple vida como
hombre de familia empieza a derrumbarse cuando esta gente comienza a seguirlo,
amenazarlo y aparentemente a corromper a toda la gente que lo rodea.
Finalmente un paciente suyo, que casualmente pertenece a
esta logia, le explica que todas las intimidaciones y advertencias que estuvo
recibiendo en este último tiempo fueron solamente un montaje para atemorizarlo,
y asegurarse de que no revelara la verdad sobre estas orgías ilegales en
las que políticos y ricachones están implicados. De esta manera nadie
resultó herido ni ninguna de las amenazas era real, toda esta locura fue un
simple teatro.
Es así que Bill prefiere quedarse con esa improbable versión
de los hechos para por fin dar un cierre a esta pesadilla. Eventualmente le
termina confesando a Alice la angustia por la que tuvo que pasar y ambos
deciden dejar atrás esta terrible experiencia disculpándose de todo lo que se
dijeron anteriormente, para intentar ser felices con su hija lo que resta de
sus vidas.
Con este final tan abruptamente feliz, es muy difícil
deducir cual es el verdadero mensaje que quiso infundir Kubrick. Y
como en todo análisis, toda opinión parte desde la plena subjetividad.
La profundidad del subconsciente
Todo parece cobrar sentido cuando nos formulamos una simple
pregunta: ¿Se aman realmente Bill y Alice?
Algunos pueden decir claramente que sí. Técnicamente
ninguno de los dos fue infiel y es lógico que todas las parejas pasen por
momentos de dudas y discusiones. En este caso, todo este desagradable episodio
es solo una circunstancia más que puso a prueba su amor.
Alice: Lo más importante es que estamos despiertos ahora.
Y con suerte, por mucho tiempo más.
Bill: Por siempre.
Alice: Mejor no usemos esa palabra. Me asusta.
Aunque eso no significaría indiscutiblemente una falta de
compromiso, siendo el miedo a la eternidad un temor bastante común en mucha
gente. Y probablemente los sentimientos de enojo sean algo normal cuando se
está tan involucrado en una relación y se ama demasiado a otra persona.
Es curioso preguntarse si Bill y Alice se aman realmente
porque ninguno de los dos intenta responder de manera certera esa pregunta a lo
largo de la película. A decir verdad, la forma en que ambos deciden
dejar atrás tan fácilmente este incidente, pasando por alto los problemas de
pareja que generaron esta situación, se asemeja bastante a como Bill decide
creer la explicación más absurda sobre lo que sucedió realmente durante ese
ritual, teniendo en cuenta que este grupo de gente peligrosa podría estar
siguiéndolo todavía.
Es muy parecido también a la forma en como Bill reacciona y
tranquiliza a Alice diciéndole simplemente “Es solo un sueño”, luego de
oírla describir con lujo de detalles como lo humillaba en sus sueños. Pero
para Alice no es simplemente un sueño. Ella odia que tener ese tipo de
pensamientos.
La pregunta radica en por qué tiene inconscientemente
esos terribles deseos de venganza si ella dice amarlo de verdad. ¿Es
algo de lo que debería preocuparse o la mente humana es lo suficientemente
compleja para caer es los más oscuros impulsos de vez en cuando? Probablemente
el amor sea tan profundo como nuestro subconsciente.
Podemos coincidir en que el amor es un proceso con
sentimientos complejos, pero es difícil definir hasta qué punto tiene principal
relación con algunas partes de nuestra mente, o en qué momento nuestro
inconsciente pasa a ser consciente cuando se trata de emociones.
Es como si él se hubiera sumergido en lo más profundo de
su subconsciente intentando descifrar cuales son realmente sus deseos y cuál es
su límite.Pero al día siguiente, cuando se encuentra más lúcido,
la realidad lo golpea y todas las consecuencias de sus acciones parecen tomar
relevancia.
Incluso si analizamos el título Eyes Wide Shut
(Ojos Bien Cerrados) podemos darnos cuenta la intencionalidad de
Kubrick con todos estos elementos. No es difícil responder a que le
prestamos atención cuando tenemos los ojos bien cerrados: Nuestros
sueños.
Toda la película parece hacer hincapié en eso. Descubrir
nuestros más oscuros deseos y entender cuál es nuestra propia concepción de
amor físico y emocional.
Mientras más ahondamos en la historia, más conflictos
surgen para plantearnos a nosotros mismos. Y nada más alejado de
responder a esos problemas, los protagonistas (como seguramente muchas parejas)
deciden pasarlos por alto y seguir con sus vidas. A simple vista parecen estar
ignorando estas diferencias sin resolver que todavía siguen subyacentes, pero
también deciden perdonarse partiendo desde la única verdad que nadie es
perfecto. Si esto mejora la relación o no queda a criterio de cada uno.
Como en otros grandes films, la trama no responde a estas
incógnitas, sólo plantea los interrogantes para que el público haga el
resto. Eyes Wide ShutIndaga sobre la infinita conexión que
tiene el amor con el sexo, las emociones y los más oscuros pensamientos de
nuestro subconsciente, para luego obligarnos a sacar nuestras propias
conclusiones sobre lo que acabamos de ver.
Así que seguramente estará el que ve a esta película
solamente como el último plan malévolo de Stanley Kubrick para materializar su
fetichismo con mujeres desnudas y máscaras venecianas, gastando millones de
dólares en realizar la
película con el record guiness de mayor tiempo de rodaje contínuo de la
historia del cine (15 meses).Pero si intentamos ir un poco más
allá de lo que cuenta a simple vista el argumento, probablemente nos
encontremos con que hay un poco de Bill y Alice en cada uno de nosotros.
Continuando con el paso firme y abrumador de las últimas
producciones de Marvel, llega la segunda entrega del grupo de superhéroes
estrella de la editorial de comics norteamericana. Y con el difícil objetivo de
despejar todas las dudas que podían suponer un posible estancamiento de la
fórmula.Aunque después de once películas el factor sorpresa ya sea
prácticamente nulo.
El equipo compuesto por Iron Man (Robert Downey Jr.),
Thor (Chris Hemsworth), el Capitán América (Chris Evans), Bruce
“Hulk” Banner (Mark Ruffalo), Hawkeye (Jeremy Renner) y Black
Widow (Scarlett Johansson) no se toma mucho tiempo para las presentaciones
y recién comenzada la película ya los vemos envueltos en una batalla campal
dentro de una base militar en la lejana y fría Europa oriental. Este combate
a modo de prólogo es casi una muestra de lo que se verá el resto de las casi
dos horas y media que dura el film: Mucha pelea, diálogos mordaces y
muchos efectos especiales.
Es que ni siquiera enfrentando a Ultron (una inteligencia
artificial rebelde con el único objetivo de extinguir a la raza humana para
hacerla “evolucionar”) y a todo su ejército de robots, los avengers dejan de
hacer fan-service con comentarios irónicos sobre todo lo que
sucede durante la lucha.
Joss Whedon sabe muy bien como equilibrar a este
elenco de personajes ya de por sí carismáticos individualmente, concediéndoles
a cada uno su momento específico para que se luzca en la gran pantalla. Claro
que cada uno tiene su favorito, pero es evidente que Iron Man, el Capitan
América y Thor se roban gran parte de la escena. Aunque la trama también
se toma su tiempo para desarrollar la relación romántica entre Hulk y
Black Widow, algo que entre toda la vorágine es de agradecer para variar entre
tantos tiros y piñas.
Del mismo modo hay que destacar al villano Ultron, el cual
tiene el carisma suficiente para no convertirse solamente en el malo de turno.
Sea por sus motivaciones dignas del evolucionismo más radical como también en
gran medida gracias a la inconfundible voz de James Spader, que
dota al personaje de un aura lúgubre y siniestra ya desde su primera aparición
en escena.
Avengers: Age of Ultron es lo que todo fanático
del universo cinematográfico de Marvel podía esperar de esta secuela. Más
peleas, más grandilocuencia, más efectos especiales, en definitiva lo mismo
pero mejor. No obstante si les gusta el género de los superhéroes pero con un
poco más de debate ético, la solución sería esperar al estreno de Batman
v Superman: Dawn of Justice. DC tiene la palabra ahora.
Desde hace ya un tiempo que el género de la parodia no pasa
por su mejor momento. Con solo ver los estragos generados por el legado de Scary
Movie y sus sucesoras bajo el común denominador “movie” (lease Epic
Movie y Date Movie), más podemos decir que la formula se
fue gastando en los últimos años.
Por suerte, de vez en cuando, aparecen películas dispuestas
a romper con la monotonía de los géneros que se encuentran estancados. Hoy le
toca el turno a What We Do In The Shadows de los neozelandeses Jemaine
Clement y Taika Waititi, nombres que probablemente no
signifiquen mucho para el que no está familiarizado con la multipremiada serie
de HBO “Flight of
the Conchords”.
El film se plantea desde el recurso tan versátil del mockumentary (falso
documental) para retratar la vida cotidiana de un grupo de tradicionales
vampiros en la urbe de Nueva Zelanda. Los problemas son los mismos de cualquier
grupo de inmortales amigos chupa sangre que conviven en una tenebrosa mansión.
Es decir, quién lava la ropa, quién limpia la casa, cómo afeitarse sin poder
reflejarse en un espejo, quién consigue los humanos para la cena, situaciones
muy frecuentes para cualquier vampiro de la actualidad.
Al grupo inicial compuesto por Viago (Taika Waititi),
proveniente de la ilustración del siglo XVIII, Vladislav (Jemaine Clement),
un sanguinario y mujeriego guerrero del imperio otomano, Deacon (Jonathan
Brugh), el rebelde seductor del siglo XIX, y Petyr (Ben Fransham),
un ser milenario con gran parecido a Nosferatu, se le suma como
nuevo integrante Nick (Cori Gonzalez-Macuer), un vampiro principiante
pero con bastantes conocimientos de la diversión nocturna neozelandesa.
Es a partir de esta premisa que What We Do In The
Shadows triunfa en lo que las demás parodias fracasan. Desarrollando
un argumento propio habitado por personajes bien
identificables y representativos de cada versión de vampiro en la historia del
cine. Es así que con orígenes tan distintos y costumbres tan diferentes entre
los personajes, la aparición de problemas en la convivencia dentro de la casa termina
siendo algo inevitable. Dando como resultado una serie de situaciones
divertidísimas que mantienen a la película en un estado de risa continua.
Se nota que Clement y Waititi son
grandes fanáticos del género y en vez de caer en lo más obvio y fácil como
podría ser una sátira de Crepúsculo o cualquier otra película
de terror actual, prefirieron homenajear a todos los clichés vampíricos del
cine clásico. Posibilitando un desarrollo de la historia más orgánico y
evitando convertirse en una simple suma de escenas paródicas inconexas totalmente
dependientes del argumento de las películas a parodiar.
Tras convertirse la sorpresa del último festival
internacional de Mar del Plata, está más que claro que el boca a boca fue la
principal razón para que esta película tenga su merecido lugar dentro de la
programación del actual BAFICI
y de nuestra cartelera comercial para principios de Mayo. Oportunidades
para poder disfrutarla en pantalla grande no faltan.
La nostalgia está de
moda en los últimos tiempos. O probablemente sea la falta de ideas. Yo
preferiría pensar que todo lo bueno vuelve, y no lo digo con la intención de
convertirlo en un slogan publicitario.
Durante estas últimas semanas, la noticia para todo fanático
de la televisión de los años 90 fue el regreso de la serie de ciencia ficción
que marcó una época y que se materializó como la mayor influencia de todo lo
que se ve actualmente. Que me disculpen los fanáticos de “The Wire” o “Firefly”,
pero La era dorada de las series de TV se la debemos casi
en su totalidad a “Los Expedientes X”.
Allá por mediados de la década del noventa, la
joven serie de FOX se situaba como la alternativa más intelectual a la
descerebrada “El día de la independencia” y la ocurrente “Men
in Black”, ambas protagonizadas por elfresh prince Will Smith. Sin
embargo siempre es necesario aclarar que la serie trataba de algo más que una
simple invasión extraterrestre.
“The X Files” apareció en el momento exacto y con la
temática justa para captar a un público que recién comenzaba a tener contacto
con el Internet y los teléfonos celulares. Era ciencia
ficción, pero no de la más intrincada (Star Trek, Stargate y Babylon 5 cubrían
mejor ese espectro), aunque siempre le dieron principal importancia a la
ciencia dentro de las investigaciones. Sin olvidarse de la química de
sus agentes principales Mulder y Scully, en constante discusión entre lo
empíricamente científico y lo simplemente inexplicable.
Pero todo esto no hubiera sido suficiente para encumbrar a
la serie entre las mejores de la historia, sino fuera por la pasión de sus protagonistas en su agónica cruzada en búsqueda de la verdad.
Las conspiraciones gubernamentales no son algo nuevo y
ciertamente la historia del “hombre que sabía demasiado” no comenzó
con “Los expedientes X” (precisamente Alfred Hitchcock fue el mentor
de ese término). Aunque es inevitable relacionarlas con la gran influencia que
tienen en la vida real, si las comparamos con la fascinación que generan grupos como los
Iluminati o las logias masónicas, con el aura conspirativa que los
caracteriza.
Probablemente gran parte del éxito de “Los
Expedientes X” provenga solo por ser la serie que puso otra
vez en el plano de discusión todo este tipo de teorías incomprobables. Y en la actualidad, con la cantidad de conspiraciones
que se dicen ciertas por internet, afirmar que esta serie nos enseñó sólo a creer
en que la verdad está ahí afuera es quedarse corto.
Claro
que a esta alturaes imposible discernir hasta qué punto “The
X-Files” nos influenció a creer en cualquier cosa que leamos por ahí. La
necesidad de desconfiar de todo toma gran relevancia gracias a la
irrupción de las redes sociales, las cuales nos bombardean con información sin chequear, pero compartida por todos como cierta. Y si encima los gobiernos del
mundo no generan ni la menor confianza,tenemos más que suficientes razones
para creer que las conspiraciones a nivel mundial son algo posible.
Algo más en que creer
El personaje de Mulder toma el papel del mártir
creyente casi cercano al género del romanticismo. Dedicando su vida a la
investigación que pruebe la existencia de vida extraterrestre hostil encubierta
por el gobierno de los Estados Unidos, llega al punto de arriesgar su propia vida y la de sus seres queridos.Todo
con el objetivo de encontrar una explicación a sus propios fantasmas, después
de la desaparición de su hermana menor durante la adolescencia.
Pero a pesar de la vida autodestructiva de nuestro héroe, la
serie en todo momento se pone de su lado. Sus sospechas sobre una
conspiración a nivel mundial siempre quedan fundamentadas, dejando todas sus
alucinaciones paranoides reivindicadas al final de cada episodio. Totalmente
opuesto a la actitud de su compañera Scully, que invariablemente será la voz
prudente, el fundamento científico de desde la serie despega para plantear los
casos sin resolver. Y aunque sus explicaciones siempre sean más
verosímiles y sensatas, todos sabemos que el guion va a terminar
premiando la impulsividad de Mulder antes que el raciocinio de Scully.
Indudablemente Mulder es el resultado de una época y a eso se debe a nuestra admiración por su tenacidad. Pero los tiempos cambiaron y nuestra relación con respecto a las
teorías conspirativas y a la gente que las defiende también se fue modificando.
Es así que el potencial de un personaje obsesionado en “busca de la verdad” durante los años 90, ya no es
lo suficientemente novedoso en estos tiempos de esplendor para los antihéroes de
moral discutible.
Teniendo eso en cuenta, y ya con el inminente regreso de la
serie, es necesario que su creador Chris Carter y su equipo de
guionistas tengan más presentes los debates sociales vigentes, para
luego adaptarlos su línea argumental. Esto no quiere decir que se deje de lado el incondicional concepto de “la verdad está ahí afuera” que tanto caracterizó a la
serie, sino que se permita volver a profundizar su interacción con el público
actual y tratar temáticas tales como la ética científica, el poder de
los medios de comunicación o la pena de muerte. Cuestiones que tuvieron
mucho protagonismo en los comienzos del programa, pero que con el tiempo fueron
perdiendo peso en las últimas temporadas. (Probablemente presionados por los conservadores directivos de la cadena FOX)
El esperado regreso de “Los Expedientes X” no
puede volver a basarse en la misma única premisa inicial de la invasión
extraterrestre, atrapada en el tiempo en la que fue originalmente concebida. Porque los tiempos son distintos y porque nosotros necesitamos algo
distinto en qué creer.
Quizás Mulder debería dejar de mirar al cielo y empezar a
mirar con más atención lo que sucede a su alrededor. Es el deseo de un
incondicional seguidor de la serie.
“Nos quedamos solos mirando al abismo.
Mirando el sonriente rostro de la locura”
“Grotesque” (3×14)
Todo comenzó en Septiembre de 1993, cuando la
relativamente joven cadena FOX decidió lanzar una serie de ciencia
ficción y suspenso llamada “The X-Files”, protagonizada por los -en
ese momento- poco conocidos David Duchovny y Gillian
Anderson. La serie trataba sobre dos agentes del FBI, Fox Mulder y Dana
Scully, encargados de investigar casos paranormales que en muchas
ocasiones involucraban la existencia encubierta de vida extraterrestre.
Mulder cumplía el papel del creyente, rompiendo todos
los roles de género en televisión que había hasta ese momento. Su incondicional
deseo por descubrir la verdad detrás de cada suceso paranormal y su propio
interés personal, a partir de la misteriosa desaparición de su hermana menor en
la adolescencia, eran el principal motor para impulsar cada investigación. Por
otro lado, su compañera Scully era la encargada de poner los pies en la
tierra, de encontrar la teoría más razonable para todos los hechos
inexplicables con los que se cruzaban. Aunque la explicación más lógica
nunca terminara siendo la más acertada al final de cada episodio.
A lo largo de nueve temporadas, dos películas –sin contar
decenas de libros, comics y adaptaciones– el mundo de “Los Expedientes X”
terminó convirtiéndose en un universo mucho más complejo de lo que se podía
esperar al principio. Miles de fanáticos en todo el mundo se debatían semana a
semana las distintas teorías sobre el futuro de sus personajes favoritos. Y
puede ser que esta masiva difusión en los comienzos
del Internet, sea la mayor responsable de su rotundo éxito.
Trece años pasaron desde la emisión del último capítulo y
siete años desde la última película, demasiado bastardeada para lo que
realmente fue. Así que en honor a la confirmación de una décima temporada de
seis nuevos episodios para el 2016, enumeramos diez claves para recordar
por qué “The X-Files” se convirtió en un fenómeno social sin precedentes para una serie de ciencia ficción.
1. Sus orígenes
Podemos citar varias influencias en las que el creador de la
serie, Chris Carter, podría haberse basado cuando se le ocurrió la idea del
programa. Entre las más reconocibles esta “The Twilight Zone”o “The
Outter Limits”, dos ciclos legendarios en cuanto a narrativa
inteligente e ideas innovadoras. Aunque también podemos mencionar “Kolchak:
The night Stalker”, un programa muy poco conocido de los años 70, que
trataba sobre un periodista investigador de todo lo relacionado con sucesos
sobrenaturales.
Posiblemente esta serie haya sentado las bases para lo
que luego en “Los Expedientes X” se llamaría monstruo
de la semana. Capítulos que contaban una historia sin continuidad
ni relación con la trama principal.
The X-Files – Pilot (S01E01)
Entre otras grandes influencias, y es momento de citar a los
maestros, se encuentran “Twin Peaks” de David Lynch –
en la que curiosamente David Duchovny interpretó a
una investigadora travesti - o películas como “Encuentros
Cercanos del Tercer tipo” de Steven Spielberg.
Con estos referentes no podía haber mucho margen de error.
2. Dana Scully (Y todo lo que ella
representa)
Chris Carter
creó al personaje de Scully con la única intención de hacerla fuerte e independiente, en un mundo dominado por el género masculino.Yendo
en contra de todos los estereotipos, Scully es una persona
escéptica, creyente de la ciencia como respuesta ante todo. Y al mismo tiempo
mantiene la interacción con su compañero Mulder como una relación meramente
platónica durante gran parte de la serie.
La elección de Gillian Anderson para interpretarla tampoco
fue equivocada. La actriz tenía solamente 24 años cuando le ofrecieron el
papel, pero basta experiencia como intérprete de teatro. Cuenta la anécdota que al momento de la audición, los directivos de la
cadena FOX preferían una actriz más alta y voluptuosa. Por suerte
Chris Carter no les hizo caso y se quedó con la pelirroja.
Dana Scully es la base científica en la que se basa el
programa. Sin ella no existirían los delirios de Mulder ni tampoco “Los
Expedientes X”. O sino mejor definirla como lo hizo Gillian Anderson en
2013:
“Conozco a muchas mujeres que se introdujeron a estudiar ciencias
inspiradas por Scully. Creo que ella es el mejor ejemplo de que una mujer puede
hacer lo que quiera de su vida sin tener miedo a ser reprimida por los hombres”. (Aplausos)
3. Una escuela de guionistas
La gran parte de los guionistas que hicieron sus primeros
pasos en “Los Expedientes X”, han triunfado por su cuenta en el
futuro. Quizás el más reconocido sea Vince
Gilligan, creador de “Breaking Bad” y “Better Call
Saul”. Aunque también hay que destacar a Darin Morgan,
autor de algunos de los mejores episodios de la serie y que hasta hace algunos
años formaba parte de la serie “Fringe”, los co-productores Howard
Gordon y Alex Gansa, creadores de la serie “Homeland”, David
Amann, guionista y productor ejecutivo de las series “Without a
Trace” y “Castle”, y la lista continúa con varios más.
Sin embargo el programa no se nutría solamente de jóvenes
talentos. “The X-Files” tuvo el honor de contar entre sus
guionistas invitados a referentes como Stephen King o William Gibson,
aportando su mirada al universo de Mulder y Scully.
4. Los monstruos de la semana
Mientras que la basta mitología sobre la invasión
extraterrestre era el corazón de la serie, gran parte de los capítulos eran
historias individuales protagonizadas por un enemigo específico. Estos
episodios nunca dejaban de estar relacionados con lo sobrenatural y retrataban
a monstruos o mutaciones dignas de la ciencia ficción más retorcida. Sin
embargo algunas veces la amenaza era encarnada simplemente por seres
humanos con perturbadoras personalidades. Es así que el programa tuvo entre sus
filas a villanos bastante icónicos que marcaron el imaginario popular de la
época.
Podemos nombrar entre los más destacados a la criatura mitad humano/gusano cuyo hábitat eran las alcantarillas de Nueva York, a Leonard Betts, un
ser con la imperiosa necesidad de consumir tumores cancerígenos para
sobrevivir, o al milenario Eugene Tooms, que
cada 30 años despertaba de su hibernación para alimentarse de los hígados humanos.
Sin embargo la historia más escalofriante pertenece al capítulo “Home”(4x02), en el que se mostraba a una familia incestuosa de las
afueras del estado de Pensylvania capaz de enterrar bebes recién nacidos en el patio de su casa. Este
episodio marca el precedente de ser el único hasta ahora en haber sido
censurado para poder salir al aire.
5. La mitología alienígena
La quintaesencia de la serie por excelencia. A lo largo de
las nueve temporadas, Mulder y Scully fueron los encargados de ir descubriendo
la verdad detrás de la invasión a cargo de una raza alienígena colonizadora.
Facciones como el sindicato (una organización compuesta por los ejecutivos más poderosos del mundo)o el mismo gobierno de los
Estados Unidos ,junto a las Naciones Unidas, fueron los mayores
responsables de colaborar con una invasión silenciosa, a través
de un arma letal llamada“Cáncer negro”, como manera de
infiltrar agentes patógenos en la población de la Tierra. Luego aparecerían los
alienígenas rebeldes “sin rostro” y pondrían a la raza humana en una batalla
cruzada entre dos razas extraterrestres rivales. Todo con el aval de los mismos
políticos corruptos que siempre manejan todo desde las sombras.
¿Parece un poco complicado no? En más de 200 capítulos ni se
nota.
6. El Fumador. Alias: C.G.B Spender
Es increíble pensar que uno de los personajes más
representativos de la serie fue concebido originalmente como un extra sin
diálogos. Y ese personaje es nada menos que “El Fumador”.
Este misterioso personaje, interpretado por el actor
canadiense William B. Davis (el más nostálgico lo recordará de la película IT, adaptación del libro homónimo de Stephen King),
apareció por primera vez en el episodio piloto programa haciendo una discreta
participación, casi en segundo plano. Luego, con el pasar de las temporadas, pudimos ir conociéndolo más hasta verlo convertido en el villano más despiadado
y manipulador de los últimos tiempos. Con el permiso de Walter
White, claro.
Su influencia dentro del plan maestro de la colonización de
la Tierra es solamente una de las tantas cosas en las que este vil personaje
estuvo involucrado. Desde el asesinato de John F. Keneddy hasta la
práctica de experimentación genética en enfermos de lepra con el objetivo de crear híbridos humano/extraterrestres. Todos estos hechos tienen su firma.
Queda claro que un personaje así debería tener mucho
cuidado con tantos enemigos a su alrdedor, y más de una vez se
lo creyó muerto después tantas encrucijadas. Aunque siempre se las
ingenió para estar un paso por delante de sus detractores.
Su confirmado regreso triunfal en el 2016 será uno de los ejes principales de esta nueva temporada. Ya solo la
aparición de una cajita de cigarrillos Morleys en los futuros episodios podría
significar que en realidad nunca se fue, sino que se quedó observando desde las
sombras, como nadie mejor que él sabe hacerlo.
7. La experiencia cinematográfica
The X-Files: Fight the Future (1998)
La primera película de la serie se llamó simplemente “TheX-Files: Fight the Future”, allá por el año 1998. Mulder y Scully ya
gozaban de una base de fanáticos digna de ser escuchada y la twentieth century
fox no podía seguir haciendo oídos sordos a ese potencial público dispuesto a
seguir las aventuras de sus héroes en la pantalla grande. Es por eso que la
película se basó en la idea de “más de lo mismo pero mejor”. Con una
recaudación a nivel mundial de189 millones de dólares, estaba más
claro que nunca que“Los Expedientes X” habían llegado para quedarse
en el imaginario popular.
El film profundizaba aún más la mitología de la invasión y
llevaba la historia por lugares inhóspitos como la Antártida, con el objetivo de
sorprender a los incondicionales seguidores. Pero también sumaban la
participación del legendario Martin Landau y el regreso de todos
los actores principales para dar a la película una atmósfera de grandilocuencia
que los presupuestos televisivos jamás podrían haberle dado a la serie.
Años más tarde, más precisamente en 2008 y después de muchas
idas y vueltas, se estrenaba la segunda película titulada “TheX-Files: I Want to Believe”. Esta vez con menor presupuesto
y con menos confianza por parte de la FOX, el argumento intentó
recrear las historias semanales de villanos comunes que tantos buenos recuerdos
nos habían dejado. Y a pesar de ser bastardeada por la crítica
especializada y los fanáticos más conservadores, estamos en condiciones de
decir que cumple (con lo justo, es verdad) con los estándares básicos que supieron mantener durante nueve años.
The X-Files: I Want to Believe (2008)
No seguirá los sucesos de la colonización y faltarán varios
de los personajes de las últimas temporadas, pero es lo suficientemente oscura
y perturbadora como para darnos los mismos escalofríos que en las viejas
épocas. En este caso con una historia que llega a involucrar temáticas
como la pérdida de la fe, Identidad sexual, femicidios y trasplantes de
órganos.
Nada mal como precedente para una potencial tercera parte.
8. Los Spin-offs
El éxito de “Los Expedientes X” en todo el
mundo le generó a su creador una catarata de ofertas de trabajo como para
continuar sus ideas. A partir de esto surgieron dos series con puntos de vista
algo distintos a lo que acostumbrábamos a ver en la serie original: “Millenium” y “The
Lone Gunmen”.
Millenium (1996-1999)
“Millenium” contaba la historia de Frank Black
(Lance Henriksen), un ex agente del FBI con la habilidad de introducirse en la
mente los criminales y parte fundamental de una organización llamada “grupo millenium”, encargada de
evitar el inminente fin del mundo.
Sin ser exactamente un derivado de “Los Expedientes
X”, “Millenium” sucedía en el mismo universo que la
primera serie. Y hasta tuvieron un capítulo crossover en
donde los personajes de ambas producciones colaboran en la resolución de un caso.
Aunque la verdadera razón de este encuentro haya sido la necesidad de cerrar algunos
cabos sueltos, después de la repentina cancelación del programa.
Del otro lado se encuentra “The Lone Gunmen”,
serie directamente relacionada a “The X-Files”, pero con una
impronta menos oscura que la protagonizada por Mulder y Scully. El
show giraba alrededor de “los pistoleros solitarios”, un grupo de nerds
obsesionados con las conspiraciones que intenta resolver misterios a
partir de sus particulares paranoias y conocimientos sobre tecnología.
Nadie puede negar que la mente de Chris Carter tenía
muchas historias para contar en ese momento.
9. Reconocimiento de la crítica
La serie ha ganado un
total de 16 premios Emmy y 5 Globos de oro – entre otros –
premiando su innovación y excelencia para reinventar el género de la ciencia ficción. Fue merecedora
del Globo de oro a mejor serie dramática en 1997 y 1998, mientras que Gillian
Anderson fue nominada 4 veces como mejor actriz dramática por su papel como
Dana Scully, ganándolo recién en 1997.
Por su parte, David Duchovny tuvo que conformarse con
ganar solamente el Globo de oro como mejor actor dramático tras haber
sido nominado 3 veces al Emmy por su papel como Fox Mulder y no poder
llevárselo. Finalmente el reconocimiento le llegaría años más tarde al protagonizar la serie “Californication”, cosechandotodo tipo de menciones.
10. El eterno legado “X”
Muchos de los programas que podemos disfrutar ahora en la
“era de dorada de las series de TV” indudablemente tienen grandes influencias de la serie creada por Chris Carter. Desde
la complejidad de sus arcos argumentales hasta el papel fundamental de la
ciencia en las investigaciones forenses. Sin olvidarnos del papel de los
personajes femeninos, que durante los últimos años han tomado mucha mayor
importancia desde la llegada de la agente Scully.
Series como Lost, Fringe, Buffy la cazavampiros,
Supernatural, Dark Skies, Sleepy Hollow, Torchwood, Agents of Shield o
cualquier versión de CSI, tienen en su ADN lo que “Los
Expedientes X” originaron a principios de la década del 90. Pero
es más que seguro que la lista de influencias se irá agrandando en los próximos
años.
Nuestros
calendarios tienen al año 2016 como el retorno de una de las mejores series que
le televisión estadounidense nos supo regalar. Y después de recordar las claves
por las que “The X-Files” llegó a ser lo que fue, sumado a la
calidad de las series de TV en los últimos tiempos, podemos confiar en que este
regreso no se convertirá en algo pasajero y mal recordado. Sólo Mulder y Scully
saben qué tipo de secretos faltan revelar.