Reivindicando a la parodia
Desde hace ya un tiempo que el género de la parodia no pasa
por su mejor momento. Con solo ver los estragos generados por el legado de Scary
Movie y sus sucesoras bajo el común denominador “movie” (lease Epic
Movie y Date Movie), más podemos decir que la formula se
fue gastando en los últimos años.
Por suerte, de vez en cuando, aparecen películas dispuestas
a romper con la monotonía de los géneros que se encuentran estancados. Hoy le
toca el turno a What We Do In The Shadows de los neozelandeses Jemaine
Clement y Taika Waititi, nombres que probablemente no
signifiquen mucho para el que no está familiarizado con la multipremiada serie
de HBO “Flight of
the Conchords”.
El film se plantea desde el recurso tan versátil del mockumentary (falso
documental) para retratar la vida cotidiana de un grupo de tradicionales
vampiros en la urbe de Nueva Zelanda. Los problemas son los mismos de cualquier
grupo de inmortales amigos chupa sangre que conviven en una tenebrosa mansión.
Es decir, quién lava la ropa, quién limpia la casa, cómo afeitarse sin poder
reflejarse en un espejo, quién consigue los humanos para la cena, situaciones
muy frecuentes para cualquier vampiro de la actualidad.
Al grupo inicial compuesto por Viago (Taika Waititi),
proveniente de la ilustración del siglo XVIII, Vladislav (Jemaine Clement),
un sanguinario y mujeriego guerrero del imperio otomano, Deacon (Jonathan
Brugh), el rebelde seductor del siglo XIX, y Petyr (Ben Fransham),
un ser milenario con gran parecido a Nosferatu, se le suma como
nuevo integrante Nick (Cori Gonzalez-Macuer), un vampiro principiante
pero con bastantes conocimientos de la diversión nocturna neozelandesa.
Es a partir de esta premisa que What We Do In The
Shadows triunfa en lo que las demás parodias fracasan. Desarrollando
un argumento propio habitado por personajes bien
identificables y representativos de cada versión de vampiro en la historia del
cine. Es así que con orígenes tan distintos y costumbres tan diferentes entre
los personajes, la aparición de problemas en la convivencia dentro de la casa termina
siendo algo inevitable. Dando como resultado una serie de situaciones
divertidísimas que mantienen a la película en un estado de risa continua.
Se nota que Clement y Waititi son
grandes fanáticos del género y en vez de caer en lo más obvio y fácil como
podría ser una sátira de Crepúsculo o cualquier otra película
de terror actual, prefirieron homenajear a todos los clichés vampíricos del
cine clásico. Posibilitando un desarrollo de la historia más orgánico y
evitando convertirse en una simple suma de escenas paródicas inconexas totalmente
dependientes del argumento de las películas a parodiar.
Tras convertirse la sorpresa del último festival
internacional de Mar del Plata, está más que claro que el boca a boca fue la
principal razón para que esta película tenga su merecido lugar dentro de la
programación del actual BAFICI
y de nuestra cartelera comercial para principios de Mayo. Oportunidades
para poder disfrutarla en pantalla grande no faltan.
Por Nicolás
Feldmann
Reseña publicada originalmente el 20 de Abril de 2015 en Proyectorfantasma.com.ar
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