martes, 30 de septiembre de 2014

Crítica: Nebraska (2013)

En épocas en donde el tiempo es dinero y la inmediatez es el estilo de vida de casi todos, siempre es necesario un viaje para aclarar los pensamientos. O quizás esa es la sensación que queda patente después de ver Nebraska.

Distribuida en Argentina por Sony, Nebraska se hizo esperar para ser estrenada en los cines argentinos. Caracterizados por ser más propicios para los estrenos comerciales que para una película realizada íntegramente en blanco y negro. Y justamente esta estética de nostalgia hace que el director Alexander Payne se diferencie del resto al retratar otra “Road movie” entre padres e hijos.

Partamos de la base de que Nebraska no es película para todo el mundo. La decisión artística de ser filmada en monocromo y su ritmo pausado hacen que salga perdiendo en cuanto a promoción y taquilla frente a los gigantes de la acción. Algo que seguramente se tuvo en cuenta al organizar el calendario de estrenos.


Nebraska cuenta la historia de Woody Grant, un anciano con problemas de alcoholismo y en plena decadencia física y mental interpretado por el versatil Bruce Dern (mejor actor en el festival de Cannes por este papel), que junto a su hijo menor David (sólida interpretación de Will Forte) emprenden un viaje desde su pueblo en Montana hasta al estado de Nebraska para cobrar un supuesto premio de un millón de dólares.

Evidentemente este premio es una farsa. Como se encarga de hacérselo entender su irritable esposa (la veterana June Squibb) acompañada de casi cualquier persona que lo rodea.
Pero nada puede hacerle cambiar de opinión a Woody, que toma este viaje como una razón más por la que vivir en el ocaso de su vida.
Desde ese momento la sucesión de paisajes junto a la maravillosa banda sonora de Mark Orton, llegan a tomar total protagonismo de este viaje por las profundidades del medio oeste de los Estados Unidos, realzando aún más la dirección de fotografía y la bella puesta en escena.

El estilo con el que se retrata la llamada “fauna de carretera” hace recordar por momentos a películas como “Historias Mínimas” de Carlos Sorín o “Las confesiones del Sr. Schmidt” del mismo Alexander Payne, por como refleja las siempre difíciles relaciones entre padres e hijos. 

Durante el trayecto a Nebraska, los problemas con el alcohol del viejo protagonista los obligan a tener que alojarse en la casa de su hermano en su pueblo natal. Y rápidamente la noticia de que están en camino a recibir un premio millonario causa furor entre los lugareños, que entre felicitaciones y reclamos de viejas deudas hacen de Woody la sensación del lugar. Mientras que su hijo David intenta aclarar que todo es una confusión, antes que de que el delirio de su padre se les escape de las manos.

Will Forte, más conocido por sus papeles en comedia, logra representar de manera muy creíble al modesto David, viéndose en ocasiones superado por la conducta senil de su padre. Pero por el que también siente pena y por esa razón intenta acompañarlo en su fantasía.

A su vez el personaje de Bruce Dern llega a generar una gran empatía, mostrándose algunas veces vulnerable pero decidido a reclamar el premio que él considera que merece.

Por último hay que destacar la actuación de June Squibb personificando a la irascible esposa de Woody y su hijo mayor Ross interpretado por Bob Odenkirk (Breaking Bad, SNL) que completan el elenco principal como los mayores críticos de la conducta del desmejorado padre.

Nebraska describe una temática, que a pesar de no ser original, cumple con una excelente narrativa al contar esta pequeña historia con toques de humor entre absurdos y cínicos.Sin olvidar la música que toma un papel preponderante acompañando la travesía de estos personajes que tranquilamente podrían ser parte de cualquier círculo familiar.


Porque si lo que se está buscando es una buena historia, notables interpretaciones y una hermosa dirección de fotografía, solo queda dejarse llevar y emprender este emotivo y melancólico viaje hacia Nebraska.




Reseña publicada originalmente el 16 de Septiembre de 2014 en bolsadetrabajoencineyafines.blogspot.com

Crítica: La increíble vida de Walter Mitty (2013)

Desde los comienzos de Ben Stiller como director, y en muchos casos como actor, pudimos ver que siempre tuvo una predilección con el humor ácido y la comedia negra a la hora de encarar sus proyectos. Películas como “Zoolander” o “Una guerra de película” son un ejemplo de cómo fue tomando un poco de cada trabajo suyo como intérprete para crear buenos productos para la taquilla y en el ámbito de la comedia en general.

Comenzando como una remake de la original de 1947 protagonizada por Danny Kaye y Boris Karloff, para luego ir pasando por distintos directores y rescrituras de guión, nos llega la versión más actual de La increíble vida de Walter Mitty”. Que si bien no decepciona, da la sensación que queda a mitad de camino entre el estilo provocador del protagonista de “Loco por Mary” y la comedia apta para todo público.

Stiller interpreta, como es común en él, a un personaje apocado. En este caso personifica a Walter Mitty, el tímido encargado de la dirección de negativos fotográficos de la conocida revista LIFE. El cual pasa la mayor parte del tiempo fantaseando con tener aventuras que pongan al límite su espíritu y con enamorar a su dulce compañera de trabajo Cheryl (Kristen Wig).

Su rutina se rompe cuando la revista en la que trabaja es comprada por un grupo accionario liderado por un cruel ejecutivo (Adam Scott) que dispone que el semanario pasará a convertirse en un medio digital a corto plazo. Para esto se planea publicar el último número en papel. Y es responsabilidad de Walter entregar el negativo que será la portada. El inconveniente está en que este negativo se encuentra en un rollo del legendario fotógrafo Sean O’Connel (pequeña participación de Sean Penn), que al parecer olvidó incluirlo en el envío.

Sin otra alternativa, Walter deberá emprender un largo viaje por Groenlandia, Islandia y Afganistán en busca del bohemio fotógrafo y del negativo perdido, y así evitar perder su trabajo.

La película mantiene en todo momento un ritmo dinámico, destacándose algunas fantasías muy logradas en clave de parodia y momentos disfrutables como el cameo del presentador Conan O’Brien o el partido de fútbol que juegan Ben Stiller y Sean Penn en la cima del Himalaya.

También se aprovechan las imponentes locaciones para exponer con belleza la inmensidad de los paisajes que se visitan en la historia, además del CGI, que aplicado a distintas secuencias, hacen que funcionen de forma admirable. Principalmente cuando la imaginación de Mitty se dispara.

La banda de sonido del argentino José González acompaña de manera sublime el viaje espiritual por el que debe transitar el protagonista y se aprovecha muy bien la inclusión de canciones de artistas de la talla de Arcade Fire y David Bowie.

Probablemente el problema del film radica en que a pesar de algunos momentos cómicos, el guion termina convirtiéndose en un relato más cercano a los libros autoayuda y no se adapta tanto a los fines cómicos en sí.

Algunos personajes secundarios tampoco están del todo bien aprovechados. Puntualmente la figura de Cheryl interpretada por Kristen Wig (Damas en guerra, Arrested Development) y el ocurrente empleado de un sitio de citas por internet (Patton Oswalt) que llama al protagonista en los momentos más inoportunos. Además si se cuenta con Shirley MacLaine en el papel de la madre de Walter se podría esperar un poco más de ella, pero claramente eso no depende solamente de los realizadores.


No quepa duda que “La increíble vida Walter Mitty” regala bastantes momentos de buen cine. No estará a la altura de lo que se esperaba de Ben Stiller como director (teniendo cuenta sus trabajos anteriores) pero aporta algunas risas y en el mejor de los casos otra oportunidad para ver a Stiller haciendo lo mejor que sabe hacer, humor.





Reseña publicada originalmente el 16 de Septiembre de 2014 en Bolsadetrabajoencineyafines.blogspot.com.ar


Crítica: Escape from Tomorrow (2013)

Dentro del cine independiente los presupuestos casi nunca son holgados. La falta de apoyo por parte de los grandes estudios puede dar mayor libertad creativa, pero sea por el impedimento de utilizar determinadas locaciones o los altos valores de post-producción, también dificulta su puesta en práctica. Por eso es mucho más admirable ver cuando algunos directores hacen frente a todas estas adversidades económicas y logran plasmar su idea en el celuloide (una pequeña metáfora en tiempos digitales).

Uno de estos directores es claramente Randy Moore, director de Escape from Tomorrow”.

Siendo esta película más conocida por haber sido filmada totalmente de incógnito en Disneylandia,“Escape from Tomorrow” se publicitó a partir del boca en boca del público luego de haber sido expuesta en el festival de Sundance del año pasado. Algo que seguramente fomentó a que llegara a nuestro BAFICI y que no dependiera del internet para poder ser vista.

“Escape from Tomorrow”se sitúa en el último día de vacaciones de una familia tipo norteamericana en Disneyworld. 

Esa mañana Jim, el padre de la familia, recibe un llamado que le informa que acaba de perder su trabajo. Por lo que decide ocultar la notica del resto de su familia para no arruinar lo que queda de sus vacaciones.

El resto del día transcurre normalmente para Jim, acompañando a sus hijos en las diferentes atracciones del parque. Pero lentamente el colorido entorno que lo rodea comienza a transformarse en perturbadoras visiones que comienzan a materializarse a su alrededor, poniendo en evidencia su miedos más profundos.

Desde ese momento la obra de Moore se convierte en un viaje surrealista por la psiquis del protagonista. Plagada de secuencias que en determinados momentos carecen de cohesión y claridad en cuanto al argumento, pero a su vez reafirman el efecto de irrealidad de todo lo sucede.

La música también adquiere un gran protagonismo a la hora de retratar las alucinaciones que sufre el protagonista. Utilizando música orquestada al mejor estilo del cine clásico hollywoodense se deja implícita la ironía de que un lugar considerado inofensivo albergue situaciones de lo más aterradoras.

A simple vista es notable que la película este filmada íntegramente en blanco y negro. Una decisión artística para realzar la locura que reina en la historia como también para aprovechar la poca luz natural con la que se contaba durante el rodaje.
Porque si por algo se caracteriza el método guerrilla con la que fue filmada “Escape from Tomorrow” es por la escasez de recursos y el secretismo con la que fue hecha.

Moore tuvo que vestir a su staff como turistas y ensayar el libreto en las habitaciones del hotel para no llamar la atención de la seguridad del parque. A su vez cada actor llevaba un grabador en su cuerpo para poder captar el sonido de los diálogos. Diálogos que luego serían editados e insertados individualmente en las escenas anteriormente filmadas con cámaras digitales.
Es interesante ver como Moore se las ingenió para poder filmar en uno de los lugares más icónicos de la cultura occidental como es Disneylandia. Utilizando su simbología inocente para recrear un mundo oscuramente surrealista, que nada tiene que ver con la imagen que se tiene de los personajes de Disney.

Oscuramente surreal, audaz en sus métodos y provocativa en simbología,"Escape from Tomorrow" tiene buenas ideas y momentos muy imaginativos. Aunque en algunas ocasiones su ejecución sea irregular y se enrede en sus propios ritmos cinematográficos.
Porque si bien no es perfecta, la propuesta es algo único hasta ahora y que probablemente no se vuelva a ver.




Por Nicolás Feldmann


Reseña publicada originalmente el 16 de Septiembre de 2014 en Bolsadetrabajoencineyafines.blogspot.com.ar