miércoles, 4 de enero de 2017

Comentarios de los mejores films del 2016

Goodnight Mommy de Veronika Franz y Severin Fiala


Siguiendo la línea perturbadora que bien supo recrear Michael HanekeGoodnight mommy fácilmente pueda considerarse otro gran exponente de la cruda visceralidad del terror psicológico europeo, en donde la tensión y el espanto surgen en gran medida a partir del plano estático, de lo que no se ve, y no precisamente de la acción.



Es así que no solamente la premisa sobre dos gemelos que dudan sobre la identidad de su madre, luego de que está regrese totalmente vendada de una cirugía facial, es lo suficientemente aterradora para destacarse por si sola, sino que también el ritmo pausado y reflexivo planteado por el dúo de directores Veronika Franz y Severin Fiala es un factor clave a la hora de generar una creciente sensación de claustrofobia acorde con la brutalidad que insinúa el film desde un principio. Incluso cuando en ocasiones pueda parecer algo predecible, Goodnight mommy logra cautivar por la intensidad de su desarrollo. Y eso no es poco.

Últimas Conversas de Eduardo Coutinho



Tal como Paulo Freire en la educación, la vasta cinematografía documental de Eduardo Coutinho se podría resumir en el estudio de un otro oprimido, de la realidad ilegítima construida a partir del imaginario social. No exenta de tenor político (parte fundamental de su vida como activista), Últimas Conversas se convierte en el mejor homenaje póstumo a lo que el maestro brasileño siempre se encargó de realizar casi sin darse cuenta: La sociología en imágenes.

Una serie de entrevistas a distintos jóvenes de Rio de Janeiro es la simple excusa para que el curtido director indague en su curiosidad por comprender el pensamiento adolescente. Lo que nos queda es toda la emotividad retratada en los sueños y temores del cotidiano juvenil brasileño, parte de la fibra sensible que Coutinho toca para que el público irremediablemente se identifique con cada una de estas historias mínimas. Y en definitiva, la última cápsula de tiempo que el gran documentalista paulista deja para comprender el gigantesco enigma colectivo que significa el Brasil.


Room de Lenny Abrahamson




Pocos films pueden transmitir los horrores de un secuestro y sus abusos tanto físicos como psicológicos de la manera que lo hace Room. A partir de la mirada curiosa e inocente del pequeño protagonista, el director Lenny Abrahamson logra recrear de manera magistral una impronta tan aterradora y conmovedora, que resulta imposible no empatizar con el dolor de Brie Larson cuando intenta edulcorar la triste realidad que la rodea. Y en definitiva, terminar emocionándose con la representación más genuina del amor entre una madre y su hijo.

Arrival de Denis Villeneuve



Haciendo caso omiso al componente reiterativo de casi cualquier contacto extraterrestre en el cine, existe un elemento fascinante en la perspectiva comunicacional que toma el director canadiense Denis Villeneuve para narrar el conflicto más común de la ciencia ficción.

En Arrival, la visita alienígena se aleja de los términos de una invasión para pasar a ser la contracara de la linealidad del razonamiento humano, el tiempo visto como un todo, poniendo en discusión hasta la semiótica de la pregunta más sencilla como es saber los motivos de estos seres desconocidos. Y sólo cuando la película devela sus sorpresas mejor guardadas es que el rompecabezas por fin se cierra y la calma del personaje de Amy Adams en las escenas finales también se hace nuestra, dejando lugar con su poética visual a todo tipo de reflexiones existenciales.

Taekwondo de Marco Berger y Martín Farina



La naturalidad con la que los directores Marco Berger y Martín Farina sitúan a la homosexualidad dentro del universo hétero-normativo es casi ostentosa de lo acertada que resulta. Es así que la evidente atracción de los dos protagonistas inmersos en un grupo de amigos marcado por los códigos masculinos y el machismo subrayado, acaba siendo algo irrelevante cuando a nadie parece importarle que hagan públicos sus deseos y señala que son precisamente ellos los únicos que avivan el tabú reprimiendo su sexualidad. En cada cruce de miradas cómplices, en cada comentario con doble sentido y hasta en el contacto físico más contenido, se encuentra la principal provocación de Taekwondo para problematizar por primera vez la causa LGBT desde la autocensura y no desde la intolerancia.


Por Nicolás Feldmann Cambours


Opiniones publicadas originalmente en Proyectorfantasma.com.ar y ffframes.com

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