Goodnight Mommy de Veronika Franz y Severin Fiala
Siguiendo la línea perturbadora que bien supo recrear Michael
Haneke, Goodnight mommy fácilmente pueda considerarse otro
gran exponente de la cruda visceralidad del terror psicológico europeo, en
donde la tensión y el espanto surgen en gran medida a partir del plano
estático, de lo que no se ve, y no precisamente de la acción.
Es así que no solamente la premisa sobre dos gemelos que
dudan sobre la identidad de su madre, luego de que está regrese totalmente
vendada de una cirugía facial, es lo suficientemente aterradora para destacarse
por si sola, sino que también el ritmo pausado y reflexivo planteado por el dúo
de directores Veronika Franz y Severin Fiala es
un factor clave a la hora de generar una creciente sensación de claustrofobia
acorde con la brutalidad que insinúa el film desde un principio. Incluso cuando
en ocasiones pueda parecer algo predecible, Goodnight mommy logra
cautivar por la intensidad de su desarrollo. Y eso no es poco.
Últimas Conversas de Eduardo Coutinho
Tal como Paulo Freire en la educación, la
vasta cinematografía documental de Eduardo Coutinho se podría
resumir en el estudio de un otro oprimido, de la realidad ilegítima construida
a partir del imaginario social. No exenta de tenor político (parte fundamental
de su vida como activista), Últimas Conversas se convierte en
el mejor homenaje póstumo a lo que el maestro brasileño siempre se encargó de
realizar casi sin darse cuenta: La sociología en imágenes.
Una serie de entrevistas a distintos jóvenes de Rio de
Janeiro es la simple excusa para que el curtido director indague en su
curiosidad por comprender el pensamiento adolescente. Lo que nos queda es toda
la emotividad retratada en los sueños y temores del cotidiano juvenil
brasileño, parte de la fibra sensible que Coutinho toca para que el público
irremediablemente se identifique con cada una de estas historias mínimas. Y en
definitiva, la última cápsula de tiempo que el gran documentalista paulista
deja para comprender el gigantesco enigma colectivo que significa el Brasil.
Room de Lenny Abrahamson
Pocos films pueden transmitir los horrores de un secuestro y
sus abusos tanto físicos como psicológicos de la manera que lo hace Room.
A partir de la mirada curiosa e inocente del pequeño protagonista, el director Lenny
Abrahamson logra recrear de manera magistral una impronta tan
aterradora y conmovedora, que resulta imposible no empatizar con el dolor de Brie
Larson cuando intenta edulcorar la triste realidad que la rodea. Y en
definitiva, terminar emocionándose con la representación más genuina del amor
entre una madre y su hijo.
Arrival de Denis Villeneuve
Haciendo caso omiso al componente reiterativo de casi
cualquier contacto extraterrestre en el cine, existe un elemento fascinante en
la perspectiva comunicacional que toma el director canadiense Denis
Villeneuve para narrar el conflicto más común de la ciencia ficción.
En Arrival, la visita alienígena se aleja de los
términos de una invasión para pasar a ser la contracara de la linealidad del
razonamiento humano, el tiempo visto como un todo, poniendo en discusión hasta
la semiótica de la pregunta más sencilla como es saber los motivos de estos
seres desconocidos. Y sólo cuando la película devela sus sorpresas mejor guardadas
es que el rompecabezas por fin se cierra y la calma del personaje de Amy
Adams en las escenas finales también se hace nuestra, dejando lugar
con su poética visual a todo tipo de reflexiones existenciales.
Taekwondo de Marco Berger y Martín Farina
La naturalidad con la que los directores Marco
Berger y Martín Farina sitúan a la homosexualidad
dentro del universo hétero-normativo es casi ostentosa de lo acertada que
resulta. Es así que la evidente atracción de los dos protagonistas inmersos en
un grupo de amigos marcado por los códigos masculinos y el machismo subrayado,
acaba siendo algo irrelevante cuando a nadie parece importarle que hagan
públicos sus deseos y señala que son precisamente ellos los únicos que avivan
el tabú reprimiendo su sexualidad. En cada cruce de miradas cómplices, en cada
comentario con doble sentido y hasta en el contacto físico más contenido, se
encuentra la principal provocación de Taekwondo para
problematizar por primera vez la causa LGBT desde la autocensura y no desde la
intolerancia.
Por Nicolás Feldmann Cambours
Opiniones publicadas originalmente en Proyectorfantasma.com.ar y ffframes.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario